Para cualquier empresa latinoamericana que proyecta su expansión hacia Europa, registrar su marca antes de ingresar al mercado no es un simple trámite: es una estrategia jurídica y comercial fundamental para garantizar una internacionalización segura, competitiva y con respaldo legal.
En el ámbito europeo, la protección de marcas está regulada por el Reglamento (UE) 2017/1001 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 14 de junio de 2017, sobre la marca de la Unión Europea, y por la Directiva (UE) 2015/2436 relativa a la aproximación de las legislaciones de los Estados miembros en materia de marcas.
Estas normas permiten que cualquier persona física o jurídica registre una marca de la Unión Europea (MUE) mediante una única solicitud ante la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO), con validez en los 27 Estados miembros. Esta opción resulta altamente eficiente en términos de costos, tiempo y cobertura geográfica, especialmente útil para empresas que desean operar en varios países europeos.
Registrar una marca en la UE otorga derechos exclusivos de uso del signo distintivo para los productos o servicios protegidos. Además, permite al titular:
- Oponerse a solicitudes posteriores que resulten similares o confundibles.
- Actuar contra usos no autorizados por parte de terceros, incluyendo la falsificación o el uso parasitario.
- Solicitar la intervención de autoridades aduaneras, a fin de impedir la importación de productos infractores.
Desde una perspectiva comercial, contar con una marca registrada en la UE incrementa el valor del activo intangible, favorece el licenciamiento, la franquicia y mejora la posición negociadora frente a socios, inversores y distribuidores europeos. También proyecta una imagen de profesionalismo y seriedad jurídica, especialmente importante en sectores como la alimentación, moda, tecnología, cosmética y agroindustria.
Por el contrario, no registrar la marca previamente puede exponer a la empresa a ser bloqueada por terceros que hayan registrado signos similares o idénticos, incluso de buena fe. Esto puede derivar en la necesidad de cambiar el nombre comercial, afrontar litigios costosos o perder oportunidades de negocio.
En definitiva, registrar una marca conforme al Reglamento (UE) 2017/1001 no es solo una protección jurídica: es una herramienta estratégica que respalda y potencia cualquier proceso de expansión empresarial hacia la Unión Europea.
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